Las autoridades gubernamentales española filtran que, lo que ahora llaman fusión, que no compra de Air Europa por Iberia, es una cuestión de Estado y la clave es Madrid/Barajas, allanando una actuación que sin reparos se podría calificar de caciquismo para salvar a la aerolínea de la familia Hidalgo, que, con una deuda que posiblemente se aproxima a los 900 millones de euros, de los cuales bastante más de 600 corresponden al Estado -es decir, nos lo deben a todos los españoles-, es insalvable, porque no es factible su devolución. Cualquier solución pasa por arrebatar el dinero del bolsillo de todos los españoles y dañar mortalmente las condiciones de libre competencia en el mercado. El 1 de julio, si nadie lo remedia, entraría en causa de disolución.
La excusa es que el aeropuerto de la capital solo consigue captar el 5 por ciento de los pasajeros procedentes de Asia, frente a Londres/Heathrow que representa el 28 y París/“Charles de Gaulle” el 24, sin mencionar que nuestro mercado natural y al que hemos mirado siempre es el americano, y Asia no ha sido nunca nuestro ámbito de influencia, a diferencia del Reino Unido. El actuar sobre esos flujos, además, no tiene nada que ver con que Air Europa sobreviva o no. Tiene una plantilla elevada y cara de 4.000 empleados, mientras los propietarios de los aviones se los van arrebatando por falta de pago.
Se estima que en abril, si sobrevive, habrán desaparecido de la flota los birreactores Embraer E195 y biturbohélices ATR 72 de su filial Air Europa Express y de su famoso pedido de Boeing 737 MAX8 no se volvió a saber nada. Mientras, la soga del acuerdo o no entre Iberia y Air Europa se extiende y tensa. Hemos pasado de que la compraba por 1.000 millones de euros y si se abortaba la primera pagaba una indemnización a la segunda de 40 millones; a rebajarla a 500; a interrumpirla porque no era viable y aumentar la compensación incomprensiblemente a 75 millones; a dar un nuevo plazo para un pacto al 31 de enero, y a prorrogar este límite, en una historia de nunca acabar, en el que las cuentas de la presunta comprable se deterioran día a día.
Todo ello se desarrolla en un proceso que dura ya bastante más de dos años y en el que Bruselas tiene mucho que decir. Anticipando la probabilidad de un cheque en blanco para los actuales dueños de Air Europa, la vicepresidente primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, declaró que el Ejecutivo analiza “distintas opciones” para su futuro y reconoció “conversaciones a distintos niveles”, mientras confía en que se encuentre una solución para un futuro “próspero” y “mejor” de la aerolínea.
Moraleja, hagámonos a lo peor para salvar la megalomanía y las relaciones de la familia Hidalgo a costa de nuestros bolsillos, cuando el mercado señala el camino de la quiebra y que sus rutas las recojan otros, incluyendo Iberia. Esto cada vez se parece más a Spanair, salvo que en ese caso se trataba de las arcas catalanas y ahora de las de toda España. Como colofón, Juan José Hidalgo ha asegurado que su empresa puede «continuar en solitario». Pues si es así, que siga, pero sin el dinero y las garantías de los ciudadanos y que él pague las deudas, porque Iberia nunca las va a consolidar en su balance.