Norwegian ampliará capital y recortará rutas y bases, tras la decisión de IAG, el propietario de British Airways, Iberia, Vueling, Aer Lingus, Level e Iberia Express, de no seguir alimentando las suicidas especulaciones de los gestores de la otrora atractiva aerolínea de bajos costes noruega, que no sólo rechazó la oferta de compra del grupo europeo, sino que pensó que se abría una carrera de postores al alza, que no se produjo. Las acciones de Norwegian se hundieron a mínimos de 2012, después de que lanzara un plan integral para estabilizar sus cuentas.
Entre las medidas de ajuste, Norwegian optimizará su red de rutas y estructura de bases, que ya ha empezado a reducir. Comenzó así una revisión de la operación de sus Boeing 737-800 y MAX 8, proponiendo traspasos de personal a la flota de 787, cambios de centros de trabajo o facilidades para peticiones de reubicación, ya que se eliminarán bases (Mallorca, Gran Canaria, Tenerife, Roma/Fiumicino, Stewart y Providence) y rutas en Europa y Estados Unidos a partir de abril. Respecto a España, suprimirá únicamente la línea entre Tenerife-Sur y Roma, manteniendo las 122 en oferta existentes, aunque se verán afectadas en términos de capacidad.
Pese al mensaje de tranquilidad que da la empresa, el mercado reaccionó al plan con caídas del 14,6 por ciento en la cotización, el segundo gran descenso que protagonizaba en menos de una semana, tras una pérdida del 21 por ciento al conocerse la retirada del interés de IAG y la venta del paquete minoritario que había comprado. Los resultados de 2018 adelantados tampoco han tranquilizado, puesto que ha registrado unas pérdidas antes de impuestos de 257 millones y un resultado operativo negativo de 226 millones.
El grupo ha bajado más del 30 por ciento en su valor en lo que va de año y su capitalización ha caído en 563 millones de euros. Su rápido crecimiento estuvo acompañado de números rojos y en 2017 tuvo ya unas pérdidas operativas de 206 millones de euros. Unos días después de que IAG cerrara la puerta a tomar el control de la “low cost”, su cúpula anunció una ampliación de capital de 308 millones de euros, suscrita totalmente y entre los empresarios que acudieron se encuentran el fundador de la compañía, Bjørn Kjos, y uno de los hombres más ricos de su nación, John Fredriksen, con una fortuna estimada en 11.000 millones de euros, que asumió dos tercios, junto al banco noruego DNB Bank y al danés Danske Bank.
Igualmente, emprendió un nuevo plan de ajuste de un mínimo de 205,6 millones y el aplazamiento de las entregas de aviones, en un escenario en el que su elevada deuda no deja de crecer, por lo que ha tenido que frenar su ambicioso plan de crecimiento y centrarse en la rentabilidad, aunque el Consejo de Administración mantiene la puerta abierta a negociar su integración en otra aerolínea.