Las consecuencias de la crisis del coronavirus en el transporte aéreo mundial se proyecta hacia el infinito. No hay compañía aérea que no tenga graves e incluso mortales repercusiones y su supervivencia pasa por ayudas públicas de cualquier índole. En España la política no contribuye y la lapidaria frase del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al levantar el estado de alarma, de ‘”salimos más fuertes” suena a una mala broma, si no fuera por la muy difícil situación en la que nos encontramos.
En este país se ha demostrado que las promesas electorales se las lleva el viento, no ya como consecuencia del COVID-19, que admite toda clase de justificaciones, sino por costumbre; y en el que ministros, especialmente los de izquierda radical, maltratan incomprensiblemente al turismo y a los empresarios y los otros venden apoyos que son sólo palabras aire, mentiras y generan decepción. Es difícil esperar que se materialicen apoyos serios para cimentar el transporte aéreo de bandera española, que hoy se limita a Iberia y allegadas (Vueling, Iberia Express y la franquiciada Iberia Regional Air Nostrum), Air Europa, Binter y, en carga, Swiftair, a las que hay que añadir con un marchamo exclusivamente turístico a Wamos Air y Evelop, entre otras.
Fuera de la materialización de créditos ICO con el aval del Estado, que hay que devolver; de ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo), que suponen un necesario y útil parche para solventar parte de los gastos fijos de empresas materialmente cerradas por decisión gubernamental, que a partir de septiembre, en los lindes de la dura temporada baja en el transporte aéreo habría que exigir que se puedan mantener hasta el año que viene; y de anuncios de ayudas a compañías aéreas, que no se concretan y que, como muchas proclamas, pueden ser papel mojado, no vemos una voluntad de empujar hacia adelante desde el Gobierno a un sector que es vital para la recuperación de la economía española.
Las ayudas europeas en parte deberían servir para esto, pero, si el Estado no tiene dinero y, como parece lógico, se acaba su capacidad de endeudamiento, tiene el recurso de no cobrar tasas de navegación, estacionamiento, seguridad, aeropuertos, aproximación y eximir muchos impuestos, como lo están haciendo otros países. Pero sin ayudas las compañías aéreas no podrán sobrevivir y las necesitamos y mucho más en un país como España. Un asunto crítico es la operación de compra de Air Europa por Iberia firmada en tiempos previos a la crisis, teniendo en cuenta que la situación actual es de fuerza mayor.
¿Necesita Iberia a Air Europa?: no. ¿Esta operación justifica 1.000 millones de euros?: categóricamente no. ¿Es aceptable que cuando Iberia tiene que prescindir de parte de su plantilla se haga cargo de otra aerolínea?: no. ¿Puede Air France quedarse con Air Europa en lugar de Iberia?, no parece, teniendo en cuenta que la gala ha acordado ayudas públicas, que ni los ciudadanos franceses ni los entes que velan por la competencia permitirían dedicarlas a ese fin. ¿Sobreviviría Air Europa sin Iberia?: muy difícil sin ayudas públicas grandes, que deberían recibir también las otras compañías. La solución es que el Estado pague una factura muy reducida de compra, compensando a los perjudicados.