2020, año convulso

La nueva situación política derivada de los comprometidos pactos del Partido Socialista Obrero Español con sus socios, que vienen a ser todos los partidos de izquierdas, los nacionalistas y separatistas, no va a afectar más a la situación del transporte aéreo en España que lo que se derive del manejo de una situación económica precaria, que se resentirá de la presión de los costes laborales al alza y del indeseado peso creciente del sector público, posiblemente con algún condimento negativo del populismo contra el desarrollo del turismo.

Va a ser, no obstante, un ejercicio apasionante, especialmente por la esperada materialización del acuerdo de compra de Air Europa por Iberia, sujeto a las limitaciones que puedan imponer los tribunales de la competencia, que no se espera que sean dramáticas. Iberia va a ver reforzada su posición en el tráfico sobre el Atlántico Sur, el doméstico y el intraeuropeo, desbancando a su mayor rival internacional, Air France-KLM, aunque tendrá que compensar la toma de control de su hasta ahora aliada, y futura enemiga, Latam por parte de la estadounidense Delta.

Los vuelos nacionales en España no van a ser un completo monopolio gracias a la presencia de dos compañías de bajos costos foráneas, la irlandesa Ryanair y la noruega Norwegian, que sin duda se van a ver beneficiadas por lo que digan las autoridades de la competencia, justo en un momento en el que estaba planteado un repliegue de las dos, que posiblemente ahora se va a encaminar en sentido contrario ante el nuevo escenario del transporte aéreo en España, al igual que otros movimientos, como una mayor presencia de Binter en la península y que Swiftair se aventure en el transporte aéreo regular doméstico de baja densidad, ya sin la mano de Air Europa.

También va ser el año del difícil retorno al servicio del birreactor 737 MAX, que debería acontecer hacia finales de este primer trimestre, aliviando la muy complicada situación que ha representado para sus clientes, como Air Europa y Ryanair, y al propio fabricante, Boeing, que se ha visto desbordado por las ventas de los aviones de fuselaje estrecho de su eterno rival, Airbus. Su reentrada no va a ser fácil por las modificaciones que se van a requerir a los 400 aviones fabricados y no entregados, según lo que finalmente las autoridades aeronáuticas certifiquen; y el entrenamiento de las tripulaciones derivado de todo ello.

Confiemos que la tormenta económica que ha comenzado no reduzca los multimillonarios planes de inversión de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) en muchos aeropuertos, pero especialmente en Madrid y Barcelona, que deben encarar una nueva etapa de crecimiento. También se espera que esta empresa semipública potencie su proceso de internacionalización con inversiones en otros aeropuertos extranjeros. Seguramente no va a ser el mejor año del turismo de los anales, pero será un buen ejercicio, que sin duda necesitamos, con la sabida duda de cómo afectará el inminente Brexit del Reino Unido.

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