No suelo utilizar Ryanair, pero hay alguna ocasión que es práctico

No suelo utilizar Ryanair, pero hay alguna ocasión que es práctico, para lo cual es indispensable que compre asiento de la fila 1, que me permita embarcar el último y salir el primero. Es el caso de mi viaje a Berlín desde Mallorca, cuyo 737 representaba la opción más idónea. Como partía del espigón C de su terminal, que no empleaba desde los tiempos de pocos vuelos que había en la peor época de la pandemia, estrené la nueva sala VIP que hay en esa zona del aeropuerto de Son Sant Joan. Es amplia, cómoda bien dotada… excepto por la única máquina de café, insuficiente a la hora del desayuno.

Me ratifico en mi opinión sobre la compañía irlandesa, aunque sea la que más pasajeros transporta en España. Los ‘fast food’ de grandes cadenas de hamburguesas reciben muchísimos más clientes que los restaurantes que yo utilizo y no por eso son mis los lugares selectos. En vuelo, la sobrecargo se puso materialmente histérica, ordenando que se acercara al ‘galley’ delantero a un tripulante de cabina de pasajeros masculino. No entendía que ocurría, pues se mostraba nerviosa por algo que sucedía en ese habitáculo, pero veía al TCP tranquilo e incluso divertido. La razón era la existencia de un insecto. No quiero pensar cómo debe reaccionar esa persona ante una emergencia.

La llegada al aeropuerto de la capital alemana fue a través de jardinera a una austera terminal, en la que había que subir y bajar escaleras prefabricadas y recorrer grandes distancias hasta salir y caminar más hacia otra terminal más civilizada, en la que pude acceder a un caro taxi para ir a mi hotel del centro. Observé impresionado en el recorrido los edificios del emblemático aeropuerto de Tempelhof, clausurado en 2008 y que fue testigo de muchos desplazamientos de Hitler y de la II Guerra Mundial, así como del Puente Aéreo que rompió el bloqueo de la Unión Soviética a la ciudad durante la Guerra Fría. Regresé desde Schöenefeld con Iberia. Vaya diferencia: instalaciones modernas, funcionales y cómodas, “fast track” de control de seguridad y una soberbia y confortable sala VIP cercana a la puerta de embarque.

Con la sorprendente saturación de Londres/Heathrow, especialmente de su Terminal 5, que es la que emplea mayoritariamente British Airways y hasta hace poco Iberia, debido fundamentalmente a la escasez de personal, fui allí al día siguiente de que la compañía española se mudara provisionalmente por ese motivo a la 2, mucho más cutre y congestionada. Me desplacé en el vuelo diario que ofrece con A350-900, pues volar en su “Business” está a años luz que un A320 por el asiento y el sistema de entretenimiento.

Quizás por ser un avión grande el estacionamiento era lejano y supuso un maratón ir hasta el control de pasaportes, en el que, afortunadamente, pese al “Brexit”, los titulares de pasaportes de la Unión Europea siguen pudiendo utilizar los quioscos automatizados, con lo cual me demoré 30 segundos. Fue fácil de localizar el estacionamiento, la planta y el lugar de recogida del VTC (Vehículo de Transporte con Conductor) que solicité a través de una aplicación de mi teléfono móvil. Estaba plagada de paquistaníes, hindúes, árabes… y localicé perfectamente el automóvil que me llevaría a Oxford. Si no fuera por lo vetusto e incómodo de sus instalaciones, por el tipo de gente podría ser el aeropuerto de Dubai…

El retorno fue mucho peor desde el mismo edificio. El control de seguridad estaba saturado, incluyendo el “fast track”, en el que perdí 20 minutos. Luego vi que la puerta de embarque distaba mucho de la sala VIP y como el tiempo esa escaso, no la utilicé. Pero 30 minutos antes de la salida se produjo un cambio de puerta (curiosamente a una lejana, mucho más cercana a la VIP), con un embarque caótico en el que los agentes de ‘handling’ no comprobaban los grupos que afectaban para abordar. El vuelo en A320, por lo menos fue agradable.

El nuevo “catering” de Iberia en los vuelos intercontinentales es buenísimo, por lo menos en las líneas saliendo de Madrid, porque las comidas que se cargan en destino para el retorno no son lo mismo. Otra de las mejoras muy resaltables en las largas distancias es que ahora hay mensajería en los móviles gratuita durante todo el trayecto, lo cual resalta todavía más el liderazgo de la compañía española sobre el Atlántico, pese a que las tarifas, nunca mejor dicho, están por las nubes. Para mi es la que ofrece la mesy deficientes y que perjudican la buena percepción de los clientes sobre el conjunto.

Ni en lo mejores tiempos he visto el aeropuerto de Ibiza tan lleno como a mediados de agosto, con todos los negocios abiertos (tónica casi generalizada en los aeropuertos españoles) y un falso filtro de seguridad de vuelos interinsulares, pues según se traspasa todos los pasajeros se entremezclan, lo cual no tiene ningún sentido. La sala VIP estaba tan llena que era incómoda utilizarla y, en general, todos los puntos de restauración estaban copados. Un despegue movido por fuertes vientos hizo que una joven francesa sufriera un ataque de pánico, que le produjo llanto, y que el resto del breve vuelo a Mallorca lo hiciera agarrada de mi mano.

Javier TAIBO


Copyright © Grupo Edefa S.A. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.