Fui a Lima en Iberia y me tocó un avión que operó para una aerolínea china…

Fui a Lima en Iberia y a la ida me tocó uno de los dos aviones que posee que operaron antes para una aerolínea china y a la vuelta el otro y mantienen el mismo interior de cabina del anterior transportista, lo cual sorprende al embarcar, con colores predominantemente azules. Al margen de la perplejidad inicial, no puedo decir que sea una configuración incómoda y es bastante aceptable. 

El defecto es que no tiene conexión a Internet para los pasajeros, a lo cual me he acostumbrado ya, y el sistema de entretenimiento se nota que cuesta adaptar el “software” de la aerolínea española, pero es asimilable sin problemas, pese a su menor “amigabilidad”. En todo caso, todo estaba sobradamente superado por dos magníficas tripulaciones y un buen servicio a bordo.

A la ida llegué casi por los pelos, porque cuando iba hacia el aeropuerto, vestido para tal guisa, me detuve para dar un suplemento alimenticio a un caballo y había llovido tanto que parte de su campito estaba tan enfangado que me caí y quedé impregnado de barro hasta el tuétano, teniendo que regresar a casa para cambiarme. 

Sufrí un impactó nada positivo con las nuevas voces a bordo tratando a los clientes de tú, que eran como una patada en el esófago. Comentándolo con los respectivos sobrecargos, a ellos tampoco les suena bien y es inevitable que mezclen en las voces no grabadas el tú con el usted. Confío que Iberia lo rectifique. Ya me molesta el trato directo de tu con desconocidos, como para que acepte que una máquina lo haga.

En el regreso a Barajas encontré una de las maletas rota. Fui al mostrador correspondiente en la zona de recogida de equipajes a formular la reclamación, lo cual fue fácil y expedito. Cuando llegué a casa entré en la “web” que indicaron y seguí sus sencillas instrucciones, eligiendo una nueva que la sustituyera. Quedé atónito porque a los dos días la entregaron en casa. No podría ser mejor el servicio y ratifica que se hayan dado de nuevo cuatro estrellas a Iberia como aerolínea.

En Palma de Mallorca asistí a un maravilloso concierto de la Comandancia General de Baleares en la majestuosa catedral. Terminaba una hora antes de la salida de mi vuelo a Madrid, pero como era de noche tardé 15 minutos al aeropuerto e incluso me dio tiempo a tomar un café en la sala VIP. A ello contribuye que ahora está muy bien organizado el “fast lane” del control de seguridad para clientes preferenciales. Al día siguiente acudí a un no menos espectacular concierto de gala benéfico del Ejército del Aire y del Espacio en el auditorio Nacional de Música, en Madrid. Terminándolo me fui en vehículo a toda velocidad para volar otra vez a Lima, en este caso en Air Europa.

Afortunadamente, no había nadie en los controles de seguridad y pasaportes, pero en este caso no pude ir por tiempo a la sala VIP, sino directamente a la puerta de embarque. Moraleja, entre caballo y conciertos últimamente llego a los vuelos por los pelos. Me tocó un Boeing 787-8 con la configuración de cabina de Business anterior, que la considero anticuada e incómoda, al haber seis butacas por fila, pero la de al lado estaba libre, con lo cual fue aceptable. El “catering” de Air Europa está a años luz de Iberia, que sigue siendo la mejor calidad cruzando el Atlántico, pero condimentado con una buena tripulación pasó a ser un vuelo placentero.

Lo mejor es que en el aeropuerto de la capital peruana nos estacionaron ante una pasarela telescópica que era la más cercana al control de pasaportes, en donde las posiciones para embarazadas, diplomáticos, tripulaciones y ancianos -dejo a la sagacidad del lector adivinar en cuál de esas categorías me encuadro- estaban vacías y la funcionaria sólo me preguntó cuántos días me quedaba allí. Como llevaba sólo equipaje de mano, la aduana la pasé sin detenerme y desde que salí del avión hasta que subí al vehículo que me llevaría al hotel transcurrieron sólo 7 minutos, todo un récord.

Estrené mi categoría “Black” del programa de viajeros frecuentes de Latam Airlines, gracias a la cual no he percibido la más mínima diferencia con respecto a la que tenía hasta ahora de “Gold”. Por cierto, que yo creía que tras salirse ese grupo de la alianza OneWorld, que entraría en la Skyteam, por la influencia de su principal accionista, la estadounidense Delta, y no va a ser así, sino que se mantendrá como independiente, con acuerdos puntuales con las compañías aéreas que considere oportunos, como Iberia. Utilicé su sala VIP del aeropuerto de Santiago de Chile, que es de las mejores que he visto, pero a bordo siguen sin hacerme la “pelota”. Una decepción…

Llegué al aeropuerto regional, nacional, internacional, intercontinental, mundial y universal de Ezeiza de la capital argentina, encontrándome en el control de inmigración una cola de extranjeros como de 3.000 personas. El caso es que en el lateral había otra con una treintena de viajeros y a uno de los que estaban en ella le pregunté su razón de ser. Contestó que era lo mismo, pero con mucha menos gente y más rápido. A ella me cambié y efectivamente así era. No quise encontrarle explicación, como tantas cosas en Argentina. Para regresar a España estrené unas nuevas instalaciones de salida, en las que ya hay un “fast track” de control de seguridad y pasaportes para los pasajeros de clases ejecutivas. Como estaba con ganas de movimiento, alterné la sala VIP de American Airlines, que usa Iberia, y la de American Express.


Copyright © Grupo Edefa S.A. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo sin permiso y autorización previa por parte de la empresa editora.