Diciembre 2013

Parece mentira, pero llevo 25 años escribiendo mi página para esta revista. Cuando comencé tenía 31 años y, obviamente, yo era diferente. El mundo era diferente. Por lo menos ha servido para que confiese la edad, aunque en mi caso me beneficia. Una persona allegada me dijo en su día que si pensaba llegar a la edad que aparentaba. Con el transcurso del tiempo he envejecido, soy más cascarrabias y exigente, a la par que sibarita y eso se refleja en mis hábitos cuando estoy en los aeropuertos y vuelo.

Cuando escribí mi primera página para A/L92 hacía sólo catorce años que había volado por primera vez, en un trirreactor Boeing 727-256 de Iberia entre Madrid y Santiago de Compostela, y la segunda fue en un Fokker F27 Mk100 de Aviaco, entre Coruña y Madrid. Los dos suenan hoy a prehistoria, como yo. Mi despertar tardío como pasajero estaba motivado por el pánico que mi madre tenía al avión, tras haber sufrido cercanamente percances aéreos, pese a que mi padre, cuando yo era niño, era un cliente relativamente habitual –para aquellos tiempos– de los Convair CV440 “Metropolitan” de Iberia y Aviaco.

En todo caso, si la memoria no falla, o mi capacidad de inventiva –hoy escasa, a diferencia de cuando era joven– no transforma la verdad, parecería que mi primer vuelo real fue en un Bristol 170 de Aviaco dentro del vientre de mi madre, pero, si así fue, no lo recuerdo para nada. Con catorce años de experiencia de vuelo ya era un pasajero curtido, al que le había pasado de todo. En el año 2013 he sumado más de cuatro veces las horas de vuelo que contabilicé en 1989 y casi cuatro veces los despegues que entonces hice. He superado ampliamente las 10.000 horas de vuelo por los aires

Tengo el máximo nivel en los programas de viajeros frecuentes de las tres alianzas de aerolíneas globales, OneWorld (por el lado de Iberia, aunque también soy del segundo grado en Lan), Skyteam (Air France) y Star (Singapore), además del segundo en Emirates y también el supremo de varias cadenas de hoteles. ¿Qué quiere decir esto?: que viajo demasiado, algo que produce estupor entre la gente que anhela subirse a los aviones y recorrer el mundo. Seguramente cuando deje de hacerlo lo echaré de menos. Esto conlleva que me conozco casi todas, o todas, y me convierte en un cliente difícil, aunque hay tripulantes que han dicho que soy de los mejores pasajeros que han visto. De los mejores como cliente, quizás, pero de los que muchas tripulaciones querrían tirar a 33.000 pies, también.

Recibí una educación a la vieja usanza, de la que estoy muy orgulloso, liberal, prusiana y espartana, aunque parezca un contrasentido. Por eso, cuando hacen la demostración de las medidas de seguridad siempre abandono lo que estoy haciendo y presto atención, porque lo contrario me parece una grosería de cara al personal que lo practica, y cuando un tripulante de cabina de pasajeros se acerca me quito los auriculares. Me quedo todavía sorprendido cuando, con cierta frecuencia, lo agradecen, pues parece que no es normal esa actitud. Yo anormal considero lo contrario.

Me han pasado muchas cosas a bordo, incluyendo emergencias complicadas e incluso graves, pero aquí sigo. Y coincidí, sentados al lado o muy cerca, con personas o personalidades, como la Reina Sofía, sus hijas y yernos, el Rey de los noruegos, Montserrat Caballé, Isabel Preisler, Diana Ross, Felipe González, María Teresa Fernández de la Vega, Baltasar Garzón, Carmen Maura, La Oreja de Van Goch, Adolfo Suárez, la cantante Lucía, Txiqui Benegas, muchos ministros, etc., etc., etc., con bastantes de los cuales he tenido la oportunidad de conversar por los cielos del mundo. He despegado en algún aseo por indisposición y en ese pequeño habitáculo hice más cosas.

Si bien no crucé el Atlántico en un “Super Constellation”, ni mucho menos en un “Clipper”, lo cual me hubiera fascinado, si lo hice, y no pocas veces, en DC-8, Boeing 707 y Convair CV990 “Coronado” y he surcado los cielos en Junkers Ju-52 y Douglas DC-3, así como en compañías que barrió la historia, como TWA, Panam, Eastern, Aeroperú, Faucett, Ladeco, Lloyd Aéreo Boliviano, Vasp, Ecuatoriana, Swissair, LAP, Spantax, TAE, Aviaco, Futura, Spanair, Hispania, Oasis, LTU, LTE,…, en primera, ejecutiva, turista, en “suites”, e incluso de pie. Gocé lo mejor del mundo mundial, pero también lo peor.

Todo ha servido para que, con un especial sentido del humor, que mucha gente me niega, les haya contado en 300 páginas, un auténtico libro, mis avatares a lo largo y ancho de este mundo, en los aeropuertos y a bordo, con el estimulante que con bastante frecuencia lectores han manifestado su deleite masoquista por lo que narraba y han sido capaces de repetir mis propias aventuras y desventuras. A muchos no les he hecho gracia, especialmente los que han sido protagonistas de mis escritos. No voy a pedir disculpas, porque todo lo que he expresado se produjo en la realidad y esta página ha sido un jocoso, irónico y crítico instrumento para relatarlo. Parece mentira: 300 páginas escribiendo mi nexo personal como pasajero con el mundo de la aviación comercial. Agradezco a los lectores el soportarme y a la directora de A/L92 por permitirme hacerlo.

JAVIER TAIBO


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