Tiene todas las papeletas para que se estrelle inminentemente el proyecto empresarial, por calificarlo de alguna forma, de Fernando Guerrero, simple mecánico pasado a simple piloto, aunque no va a quedar ninguna de las compañías españolas en las que ha pilotado: Futura, Air Comet –de la que salió por la puerta de atrás– y Air Madrid, en la que logró jugar como peculiar directivo hasta su suspensión de actividades, renegando después de los que le elevaron a una ambición que ni sólo él vislumbraba en sus mejores sueños.
A Andalus se le ha ido la fuerza por la boca, de tanto anunciar rutas que iba a cubrir y nunca cubría, o cubría y dejaba de cubrir por nefastas decisiones; flota que incorporaría y nunca incorporaba; y planes de expansión que causaban hilaridad, como vuelos desde la Costa del Sol transatlánticos con Boeing 767, vetusto avión que, según el ya nada guerrero presunto empresario, representaba el futuro de la navegación aérea. Lo que no anunció, pero practicó, es la política de no pagar, ni siquiera a los propietarios de los aviones, ni a los que le garantizaban la aeronavegabilidad, que debió ser su lección aprendida en la compañía de Díaz Ferrán y Pascual.
Rodeado de la familia Cano en sus principios y de sus célebres nexos con Marruecos, más conocidos por los ministerios del Interior y de Justicia que por el de Fomento, y su panda de países de la Península Ibérica, sus artimañas de negociación con proveedores son más conocidas que los chistes de Lepe; así como la aureola de relaciones fraternales con la anterior titular de la cartera bajo la cual está la Dirección General de Aviación Civil, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea y Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, el estamparse estaba garantizado. Mucho ha durado.
Su otrora amiguito, gordito, con traje raído, visible pañuelo florero en el bolsillo y purito de gorra, prepara ahora su enésima compañía con avanzados McDonnell Douglas MD-83, con socios capitalistas que ya pueden irse preparando para aflojar un dinero, como siempre, que podrían dedicarlo a mirar las hemerotecas y los Aranzadi de los juzgados. Es lamentable que circulen este tipo de altos directivos en el transporte aéreo en España, cuya habilidad de gestión se basa en la falsedad y la falta de capital, además de no tener ni la más mínima noción de cómo llevar ni su empresa ni su casa. Las autoridades aeronáuticas deberían exigir a los responsables de las licencias en las compañías aéreas que, cuando menos, tengan algún título universitario.
Mientras sigan, España sólo tendrá seriedad en el marco de las compañías aéreas gracias a Air Nostrum, BinterCanarias, Iberia, Iberworld, Spanair, Vueling y alguna otra, que observan expectantes de qué va la historia mediática de Batalla Juanola y su supuesto aval de 800 millones de euros por Air Comet, empresa que hoy no vale ni tiene nada más que dolores de cabeza y pesan sus deudas, acreedores y empleados enfadados. ¿Es una pieza del ajedrez más de un juego que sólo puede beneficiar a Pascual y Díaz? Nos enteraremos.