Un Boeing 737-800 que acuatizó en un río de Florida con 143 ocupantes, por un cúmulo de errores derivados de una pésima meteorología, ha puesto más la mirada en Boeing, cuando la resolución de los problemas técnicos del 737 MAX están lejos de la vuelta al servicio de este controvertido modelo, tras los graves accidentes de Lion Air y Ethiopian, con 189 y 157 y víctimas mortales, respectivamente. En el segundo, las investigaciones revelaron que durante 6 min. dos de los sensores de ángulo de ataque mostraron discrepancias, lo que provocó que el MCAS (Maneuvering Characteristics Augmentation System), hiciera que el morro del avión descendiera.
Los pilotos desactivaron el sistema en cuatro ocasiones, pero no fue posible estabilizarlo y evitar que se estrellara sin control, pese a seguir los procedimientos recomendados por Boeing y aprobados por la FAA (Federal Aviation Administration). Hasta que se solucione, estos birreactores no deben volar. Las similitudes con el accidente de Lion Air son flagrantes. Boeing afirma que se han hecho mejoras en el MCAS para que no se repita, con una actualización del “software” y del entrenamiento de los pilotos, así como un programa suplementario de formación. Pero tiene que ser aprobado por la FAA, que está bajo la sombra de la sospecha por sus procesos de certificación a raíz de estos siniestros, sobre todo tras el descubrimiento de un segundo fallo en ese “software”.
El MAX es un factor de incertidumbre para la economía de Estados Unidos, poniendo en peligro un 0,15 del PIB, debido a la influencia de la industria aeroespacial en su comercio exterior. La paralización de las ventas supone menos exportaciones y menos crecimiento. El fabricante ya anunció que reducirá la cadencia de fabricación de MAX de 52 a 42 ejemplares mensuales, cuando inicialmente tenía previsto aumentarla a 57, la primera vez que recorta la producción de un modelo desde los atentados del 11-S.
Eso se tradujo en bajadas generalizadas en el sector aeroespacial en Wall Street, incluyendo a Southwest Airlines, cuya flota está casi exclusivamente compuesta por aviones 737 y que tenía previsto reemplazar al menos 20 de ellos este año con MAX. El 35 por ciento del flujo de caja de Boeing iba a proceder en este ejercicio de los MAX, con la amenaza adicional de demandas de indemnización por los 375 aviones que no pueden volar, afrontando un impacto significativo en sus cuentas, que ya se tradujeron en 328 millones de dólares. En realidad, el impacto económico puede alcanzar los 1.000 millones.
En este orden de cosas, American Airlines prolongó la suspensión de los vuelos de sus 24 737 MAX hasta por lo menos el 5 de junio, suponiendo 90 vuelos cancelados diarios y un coste de 350 millones, mientras que para Southwest es de 250 millones. Garuda Indonesia anuló un pedido de 49 MAX 8. A Norwegian, que ya está en una crítica situación, le supone 58 millones la parada de las 18 unidades entregadas, de un centenar contratadas. El Departamento de Transporte de Estados Unidos ha encargado una auditoría formal sobre el proceso de certificación de este modelo.