Iberoamérica, tras la aviación comercial española

Son bien conocidos el interés y los avances para que Iberia se haga con el control de Air Europa y poder establecer un gran centro de distribución de tráfico en Madrid/Barajas, que canalice en buena medida el flujo de pasajeros con Iberoamérica, que es el negocio principal de la primera en el marco de IAG y confía en que pronto la Comisión Europea autorice la operación, tras analizar la cesión de rutas y ‘slots’ a terceros que propone y de la que deberían ser beneficiarias otras aerolíneas españolas, como Volotea, Binter, Iberojet y World2Fly, pero también la colombiana Avianca, mientras que la polémica Plus Ultra ha manifestado ante Bruselas su intención de participar en ese codiciado pastel.

No hay que alejar de ese contexto la compra por parte del propietario de Avianca de la española Wamos Air, que la pandemia le recondujo a abandonar sus vuelos regulares y charter clásicos para concentrarse en el alquiler de su flota de A330 con sus tripulaciones, mantenimiento y seguros a terceras aerolíneas y ahora, sin duda, va a servir de apoyo para la red de Avianca con un certificado de operador aéreo (AOC) europeo, que le abre muchas posibilidades de expansión y de competencia con la propia Iberia y con Latam Airlines, operando con mercados distintos al colombiano, si se permite esa inversión y titularidad de un grupo cuya matriz está en el Reino Unido.

En ese orden de cosas, habría que situar los desmentidos rumores de una eventual compra de World2Fly por Iberojet, controladas por dos grupos turísticos mallorquines competidores, respectivamente Iberostar y Avoris, que se adueñó del negocio de distribución de Globalia, la todavía propietaria de Air Europa. La verdad es que esa integración tendría lógica, pues las actividades de sus dos aerolíneas son bastante similares en España y Portugal y con Iberoamérica, estando dotadas con una flota homogénea. 

El digital Vozpópuli acaba de publicar de nuevo las relaciones y el rescate de Plus Ultra, presidida por Julio Martínez Sola, el brazo derecho de José Luis Carrillo en la desastrosa desaparición de Air Madrid hace 17 años, sobre la que todavía queda mucho por escribir y de la que eximió de responsabilidades penales el juez Fernando Grande-Marlaska, actual ministro del Interior. La sombra de Camilo Ibrahim Issa vuelve a proyectarse su aerolínea, rescatada por el Gobierno español durante la pandemia con 53 millones. El magnate eligió para su consultora -especializada en el asesoramiento a terceros para la contratación con el Estado- el domicilio de Snip Aviation, con la que el también venezolano Rodolfo Reyes, junto con Raif El Arigie Harbie, controla con el 47 por ciento del capital de Plus Ultra.

Ibrahim ha figurado también en sociedades panameñas junto a Alcides José Carrión Romero, presidente de Panacorp Casa de Valores, que evitó la disolución de Plus Ultra a fines de 2017 con un crédito participativo de 6,3 millones de euros. Panacorp tenía bonos en Venezuela por un importe de 9,3 millones de euros, de los que 7,1 millones estaban ligados a la República Bolivariana y 2,2, a la petrolera venezolana PDVSA. Ese préstamo permitía a la compañía no incurrir en causa de disolución y resultar elegible para la ayuda y se concedió supeditado a que Plus Ultra depositara en el banco un depósito de más de 4 millones. Por tanto, sólo percibió 2 millones, insuficientes, según Ciudadanos, para salvar su quiebra.

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