Iberia en vías de salvar a Volotea

Avión Airbus A319 Volotea volando.
Airbus A319 Volotea en el aeropuerto de Burdeos-Mérignac. Foto: Dylan Agbagni
Carlos Muñoz y Lázaro Ros salieron de la gestión de Vueling forzados por los socios que la controlaban, preocupados por la deriva financiera y estratégica de la empresa, después que lograran su objetivo, que era sacar la compañía a bolsa y hacerse a través de esa operación con una buena cantidad de dinero. A la aerolínea la salvó Iberia, que se quedó con la primera aerolínea regular española de bajos costes, fusionándola con su filial Clickair, creada precisamente para competir con Vueling en Barcelona, y posteriormente la desarrolló su propietario, teniendo ahora, cuando cumple 20 años, 124 aviones, 4.600 empleados y más de 215.000 vuelos anuales a unos 100 destinos de más de 30 países.

Ambos crearon después Volotea, prácticamente con el mismo objetivo que Vueling, manejándose con fondos de inversiones que financiaran su idea. Que fueron cambiando a medida que la empresa evolucionaba. Las cosas no salieron igual de bien, pues su plan de dar un nuevo “pelotazo” con una salida a bolsa no estuvo acompañado por su cuenta de resultados y la pandemia los hundió. Ros es hijo de un teniente coronel del Ejército del Aire que fue cofundador y director técnico de Aviaco, muchos decenios después absorbida por la propia Iberia, de la que fue director general en los años sesenta. En Aviaco entró a trabajar Lázaro Ros -hoy jubilado-, pasando efímeramente por varias compañías aéreas como Air Europa, Nortjet y LTE.

No mucho tiempo después de que el propietario de está última, la alemana LTU, prescindiera de sus servicios, conoció a un bastante megalómano, según quien le conoce, Carlos Muñoz, que ha sido el real artífice en Vueling -y de su desastre inicial- y de Volotea y al que, siempre según los que le conocen, nunca le ha gustado la forma de ser ni de trabajar de los españoles, decidiendo medrar sobre todo en Francia e Italia, hasta que se le han abierto los ojos con las rutas y “slots” que Air Europa va a tener que abandonar para que Bruselas apruebe la compra de Air Europa. El negocio es el negocio.

Este puede ser el “pelotazo” de Volotea, en el que se ha aliado con un competidor de Iberia, Grupo Abra (que ha adquirido la igualmente española Wamos recientemente), dueño de la colombiana Avianca, para medrar en Europa y quedarse una parte del pastel del tráfico con América, aprovechándose de un certificado de operador aéreo europeo y la alimentación de pasajeros que le va a general Volotea, que, ahora sí, le interesa mucho el antes aparentemente despreciado mercado español y aspira con ello a transportar a 18 millones de pasajeros, un 50 por ciento más que ahora.

Volotea daría un salto de gigante si esa alianza da sus frutos y se hace con rutas de Air Europa, centrando gran parte de sus esfuerzos en Madrid. Hay dudas sobre si es la compañía adecuada para absorber estos vuelos. Hace poco, el presidente de Binter, Rodolfo Núñez, afirmó que Volotea “tiene una situación financiera lamentable”. Aunque reportó beneficios brutos en 2023, venía perdiendo dinero desde antes de la pandemia. Tras ganar 17 millones de euros en 2018, entró en pérdidas un año después, en 2019, con un balance negativo de 7,7 millones. Y entre 2020 y 2022 acumuló 338 millones de pérdidas.


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