No menospreciamos las impredecibles jugadas del mayor accionista, Juan José Hidalgo, de Globalia, hoy todavía propietario de Air Europa, que ya se ha enfundado incomprensiblemente 75 millones de euros de IAG para no impedir esta operación, lo cual no garantiza que lo impida, especialmente después que 2023 haya sido un muy buen año para la comprada, como para una buena parte de las aerolíneas del mundo, no lo suficiente para remontar su abultado endeudamiento, pero sí para agudizar los sentidos de un tahúr. Los 500 millones de euros pactados por la venta pueden ahora parecer poco a sus dueños.
También es el año del cambio para Aerolíneas Argentinas, compañía estatal con miles de millones de pérdidas a sus espadas y que el nuevo presidente de la República, Javier Milei, dijo que privatizaría o la entregaría a sus sindicalizados empleados, que se niegan a recibirla. Hay un nuevo máximo responsable ejecutivo, que no es un político, sino un profesional del sector. Algo, y confiamos que mucho, cambiará en esta empresa, caracterizada por una espantosa gestión desde los tiempos de su reestatización, después de estar en manos del desaparecido Grupo Marsans y antes de SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), ambos españoles.
En este ejercicio también debe efectuarse la privatización parcial de la heredera de Alitalia, ITA Airways, que en poco más de dos años de actividad no registra éxitos. Pendiente de la inminente aprobación de la Dirección General de Competencia de la Unión Europea, el Grupo Lufthansa compraría el 41 por ciento de la estatal italiana, según el acuerdo cerrado antes del pasado verano. Sin duda es un precedente de lo que ocurrirá en el caso de Iberia y Air Europa.
Y está en el aire lo que sucederá con, al menos, el 51 por ciento de TAP Portugal -con un interesante mercado en Brasil y en África-, que se propuso a IAG, cuando la operación de Air Europa estaba más confusa, y no rechazó valorarla como alternativa o complemento. No habrá novedades al respecto por condicionantes políticos antes de mediados de año. Han mostrado también interés el Grupo Lufthansa y Air France-KLM. El Estado tuvo que inyectar 3.200 millones de euros durante la pandemia y el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, no vio claro el proceso de privatización, sumándose la dimisión del primer ministro, Antonio Costa. Hay que esperar a las elecciones.