Un pasajero que decida no llevar absolutamente nada de equipaje de mano no tiene por qué estar pagando el precio de hacerlo, de la misma forma que debe asumirlo quien decida llevarlo en cabina. Mientras se vea claramente lo que se tiene que pagar antes de cerrar la operación de compra de un billete, la aerolínea creo que está en perfecto derecho de llevar a cabo esa política tarifaria. Así pues, en mi opinión, esa medida del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030 vulnera el reglamento de la Unión Europea sobre la libertad de fijación de precios de las aerolíneas, tal como sugieren Ryanair y la IATA (International Transport Association).
Si somos partidarios de un transporte aéreo liberalizado, en donde, por supuesto, las normas de seguridad priman y las legislaciones y regulaciones tienen que estar vigentes, creo que es un error multar a la compañía aérea por este concepto. Hoy en día la protección del consumidor está más que asumida legalmente e incluso, diría que está sobreprotegido, muchas veces de una forma injusta para el operador.
La campaña de Ryanair “Reserva los precios locos (antes de que un payaso suba los precios)”, presentando al ministro Pablo Bustinduy como un payaso, es, efectivamente, un histrionismo, muy en la línea de la estrategia de “marketing” de esta compañía que, desde el principio, le ha resultado muy efectiva recurriendo a mensajes polémicos. Si eso es permisible o no, la ética y las formas, son una cuestión de criterio de cada cual. Quien no lo considere permisible, que vaya a un juzgado, que ponga a una demanda y que un tribunal decida.
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