El Le Bourget de la reactivación

Se celebró del 20 al 26 de junio una nueva edición del histórico Salón Internacional de la Aeronáutica y del Espacio de Le Bourget, en las afueras de París, la gran feria de este sector que tiene lugar cada dos años y que, necesariamente, es un reflejo del ambiente que se respira, y este es ahora mucho más saludable y prometedor, pareciendo que la aviación comercial recupera la velocidad y la altitud de crucero.
El fabricante europeo Airbus anunció –incluyendo uno sorprendentemente dado a conocer la semana anterior– 618 pedidos en firme, destacando los de su nueva familia A320neo, que se beneficia de un encargo de dos centenares de Air Asia, el mayor de su historia, frente a sólo 121 de Boeing, con lo cual el liderazgo de la filial de EADS –que ya empieza a hablar del transporte hipersónico a partir del año 2050, gracias a las soluciones de propulsión que vislumbra– es patente y latente y seguramente acelerará el desarrollo en Seattle del sustituto del birreactor 737, mientras se mantiene el patético espectáculo del retraso endémico de su gran promesa, el 787.

También ha sido el Salón de los fabricantes regionales, con Embraer superando los mil “E-jet” vendidos, ATR haciendo valer la gran vigencia que tienen los biturbohélices –y desbancando con creces en este campo a Bombardier– y Superjet International firmando otro pedido de una compañía internacional, en este caso italiana, de su nuevo birreactor “Superjet 100”, que le ratifica como un prometedor producto, que cada vez tiene más que decir en el mercado, frente a los devaneos del Bombardier “C-Series” o el Mitsubishi MRJ. Mientras tanto, los chinos mostraron una panoplia de maquetas de aviones comerciales que huelen a incipientes copias de productos occidentales, que todavía tendrán que madurar mucho para que puedan ser certificables y vendibles a nivel internacional en países más o menos serios.
Viendo cómo se mueve la industria aeronáutica mundial, comprobamos que la española tiene algo que decir en los difíciles momentos que vive la economía particular de nuestro país cuando se ha internacionalizado. Palpablemente, el pabellón español, gracias al trabajo de la asociación TEDAE, no desmerecía de lo que eran tiempos más benignos, pese a la falta de comprensión de un sector público que debería haber dedicado su funesto Plan E a investigación, desarrollo e innovación, en lugar de a remodelar aceras. Pero España en el sector aeronáutico está ahí, pese al escaso apoyo oficial, que no ha sabido o no quiso verlo como un motor de la economía.
Ir a Le Bourget, con su autopista de acceso saturada, los hoteles de la capital francesa llenos y la feria a rebosar, ha sido una bocanada de viento fresco, síntoma de que el globo sigue girando, pese a algunas naciones, aunque con el esfuerzo de muchas grandes, medianas y pequeñas empresas que están sabiendo resistir pese a la incompetencia de gobiernos agónicos.


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