España podrá presumir de madurez democrática cuando los puestos técnicos estén cubiertos por profesionales ajenos a los cambios políticos, aunque eso sí, se sometan a las directrices del Gobierno correspondiente. No es de recibo que el presidente de AENA cambie en función de las veleidades de colocar a los afines del inquilino de La Moncloa, sin querer menospreciar al nuevo titular, Maurici Lucena, si bien nos sorprende que algunos medios le hayan calificado de buen gestor por el hecho de haberse desarrollado profesionalmente en cargos de nombramiento público.
Estamos convencidos que los buenos gestores están en el dominio privado, aunque, eso sí, es raro que acepten dejar sus menesteres para ocupar un cargo ofrecido por el Gobierno. De todo hay en la viña del señor. Lucena, nacido en 1975, no obstante, trabajaba hasta ahora en el Banco Sabadell (a donde llegó tras abandonar la vida política en 2016, pues quedó fuera del Congreso al no resultar elegido, tras ser portavoz del PSC en el Parlamento catalán) como director del extraño departamento de Regulación Prudencial y “Public Policy”.
Remplazó a Jaime García-Legaz, con el que comparte ciertas orientaciones personales, que sólo ha estado en el puesto nueve meses, algo insólito para una empresa cotizada en bolsa (el 51 por ciento está controlado por el Estado) y a donde llegó de la mano del PP. El nuevo presidente estuvo ligado al Partido Socialista de Cataluña, donde fue asesor económico de José Montilla y de la campaña para las elecciones de 2004. Fue director general del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) entre 2004 y 2010 y ocupó la Presidencia del Consejo de la Agencia Espacial Europea (ESA) entre 2008 y 2010.
A finales de 2015, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, anunció que le incorporaba a su equipo económico. Se sienta en el sillón presidencial con unos datos positivos de AENA: un 6,8 por ciento más de pasajeros en el primer semestre del año. Ahora tendrá que ratificar los planes inmobiliarios del grupo, centrados en desarrollar promociones en los terrenos contiguos a los aeropuertos de Madrid y Barcelona que presentó el Gobierno del PP, tras anunciar que mantendrá el programa estratégico de AENA hasta 2021, defendiendo la estrategia de internacionalización con alianzas con otros socios nacionales o extranjeros.
Por lo menos parece que la prudencia y el trabajo del equipo anterior se reconoce, lo cual, desgraciadamente, no siempre es la tónica a raíz de los cambios de Gobierno. Lo que no ha sido coherente es la falta de energía en la aplicación de medidas contundentes que evitaran que los taxistas en huelga tomaran como rehenes a los pasajeros de los aeropuertos de Barcelona y Madrid, justo en el momento álgido de salida de vacaciones. La debilidad nunca es la solución para las necesidades de la mayoría de los ciudadanos y es inaceptable que el Gobierno actual haya permitido esta situación. Malos tiempos se avecinan de nuevo