El titular de este editorial sería más propio de la sección de noticias, si no fuera porque en los últimos años ese cargo ha aglutinado demasiado poder, gestionado de forma de manera autocrática los destinos de uno de los dos grandes fabricantes de aviones comerciales del mundo y perturbado en exceso la labor comercial de todas sus divisiones, en una caza de brujas en el área de ventas, intentando blindar al máximo responsable ejecutivo de Airbus frente a malas prácticas y proyectarle hacia el futuro. Las diferencias entre el alemán Tom Enders y el presidente de Commercial Aircraft y máximo responsable de Operaciones del Grupo, el francés Febrice Brégier, eran insalvables.
En estas condiciones, el Consejo de Administración, presidido por Denis Ranque, anunció que Enders, de 59 años, no renovará su mandato en abril de 2019, lo contrario que él deseaba, pese a llevar con la batuta en sus manos durante 14 años, y buscará candidatos internos y externos para remplazarle. Se optó que Brégier, de 56, con un historial de un cuarto de siglo en la firma, presidiendo durante un lustro MBDA, cuatro Airbus Helicopters y once Commercial Aircraft, se retire en febrero, sustituyéndole el actual jefe de Airbus Helicopters, el igualmente galo Guillaume Faury, de 49. Enders capó ya a Brégier en la última reorganización quitándole el poder comercial, para asumirlo él.
Las investigaciones sobre corrupción pusieron en la picota a Enders, que impidió que Brégier fuera su sucesor. Pero el germano, considerado internamente como un iluminado, no contaba con el apoyo de los estados francés y alemán, titulares de un 11 por ciento cada uno de las acciones, además del 4 de España. Tiene que afrontar las investigaciones del organismo anticorrupción británico, el SFO, y contrató al bufete neoyorquino Hughes, Hubbard & Reed para auditar el funcionamiento, tomando controvertidas decisiones, como la tajante desaparición de los representantes comerciales.
Las investigaciones de la SFO, tribunales estadounidenses y el PNF (Parquet National Financier) francés amenazan su cifra de negocio y Enders autodenunció en marzo de 2016 a la compañía ante la SFO por anomalías en las declaraciones ante la UK Export Finances por incumplimientos en contratos de financiación y recuperación de créditos. Entre tanto, se generó internamente una sensación de caza de brujas, rastreando comunicaciones electrónicas y móviles de los directivos de la compañía y de sus agentes comerciales, en una clara estrategia de Enders de blindarse ante complicaciones legales futuras.
No es que Airbus carezca complicaciones industriales, comerciales y estructurales, que en parte vienen de la misma estructura y creación de la empresa. Los cargas de trabajo y centros de diseño y producción son un verdadero rompecabezas multinacional, pero va ganando la batalla a Boeing. La tradición no escrita dice que el sustituto debería ser un francés, pero nada obliga a que sea así, como ocurre con Commercial Airfraft, en que el remplazo es de la misma nacionalidad. Tampoco se contempló que Enders durara tanto. Pero esta gran empresa tiene un futuro largo y prometedor y se merece la tranquilidad entre sus directivos y la eficiencia en la gestión, cuyo cambio de rumbo ha comenzando