Siempre opinamos que la operación de compra de Air Europa por IAG no era coherente. Cuando se llegó al primer acuerdo por 1.000 millones de euros lo valoramos como excesivo y la razón de que el precio no era importante con tal de que no se adueñara de la aerolínea de Pepe Hidalgo el grupo Air France-KLM, el gran competidor de Iberia en el Atlántico, no la compartíamos, pues en aquel momento las ayudas públicas al grupo galo y de Países Bajos impedían esa posibilidad.
El hecho que Iberia acordara entregarle 40 millones de euros a los dueños de Air Europa si se abortara la compra sonaba a sorprendente con un tahúr nato como Hidalgo. Tampoco nos convencía la excusa de crear un operador muy fuerte para el “hub” (centro de distribución de tráfico) de Madrid/Barajas, pues, analizando la desastrosa situación financiera de Air Europa, con un mero empujón quebraría e Iberia tenía todas las herramientas para crecer, aunque de forma más dilatada en el tiempo.
Llegó la pandemia y Globalia y su aerolínea pasaron a estar materialmente en quiebra y necesitaron créditos de ICO y un rescate -repartido en dos tramos para evitar la fiscalización de Bruselas-, concedido con una rapidez inquietante, sin entrar ahora en juicios sobre si intervinieron para ello el presidente del Gobierno, su esposa, un empresario vinculado a ella, y los cesados e investigados ministro de Transportes, Ábalos -que aportó un informe favorable al rescate que avergüenza-, su indocumentado asesor Koldo y el socio Aldama, contratado por Air Europa. Pero Pepe Hidalgo deja atónitos a expertos y no expertos declarando que Air Europa nunca fue rescatada. Al parecer llegó a un nivel de endeudamiento de 900 millones de euros, imposible de remontar.
Iberia se la hubiera sacado de en medio con un chasquido de dedos, pero optó por bajar el precio de la operación a la mitad y seguir adelante, incluso le prestó 100 millones para que no entrara en causa de disolución, que luego convirtió en capital, a cambio del 20 por ciento (esto inexorablemente pasará con los 225 millones de crédito participativo estatal), que seguirá en sus manos, pero sin tener un miembro en su Consejo de Administración, y eso después de dar otros 35 millones a Globalia (mientras oíamos atónitos a Hidalgo decir que esta venta no era buena para Air Europa, ni para España, por seguir negociando y evitar demandas judiciales. ¿Quiere decir que el primer y el segundo acuerdo estaban mal hechos y nadie asumió responsabilidades? Y entre medias, las exigencias de la UE para que la competencia se mantuviera, que llevaron a IAG plantear la cesión de más del 50 por ciento de “slots” (franjas horarias) y rutas.
Por fin, el grupo europeo asumió que, en estas condiciones, la compra de Air Europa no era interesante y renunció a materializarla, dando a Globalia otros 50 millones por salirse de en medio. Es decir, Globalia se ha enfundado a cambio de nada 125 millones de euros e IAG ha capitalizado a Air Europa con otros 100 millones. Eso sí, ha evitado alimentar a un competidor, Avianca, cuyo propietario compró la española Wamos Air, y se asoció a Volotea para hacer caja con las rutas y ‘slots’ que iban a obtener de Air Europa a cambio de nada. La compra de Air Europa se ha caído por su propio peso y esperamos que Iberia haya aprendido lo que tiene que hacer a partir de ahora. Sus accionistas se lo merecen. Se estima la deuda de Air Europa en 1.000 millones y Volotea lo tiene muy complicado.
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