Aerolíneas le costó al Estado más de tres veces lo que vale en bolsa American Airlines. En los dos primeros meses de 2013 perdió 118 millones de dólares, frente a los 62 del mismo periodo del año pasado, y desde que fue expropiada son 3.566 millones, poco más que la cotización de Air France (3.200 millones). A finales de 2009 en el Congreso, su presidente, Mariano Recalde, presentó el plan de negocio de la compañía que el Gobierno acababa de nacionalizar, arrebatándolo a los funestos empresarios españoles Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán. Preveía ganancias de unos 30 millones desde 2013. El diputado Omar De Marchi, del Partido Demócrata, le preguntó por 150 pilotos contratados en esos cuatro meses estatales, a pesar de que los aviones volaban un 30 por ciento menos de horas que en los cuatro años precedentes. Sus aviadores gozan de las productividades más bajas del mundo, incluso con un par de días de descanso en destinos donde hay frecuencias diarias, por ejemplo. Las razones de esta ciénaga para el Tesoro argentino son múltiples, comenzando por los criterios para manejar este activo (más bien un pasivo), juzgado estratégico por el Gobierno, distantes de cualquier emprendimiento de negocio.
Mientras, proliferan en el grupo llamado "La Cámpora", corriente dura que ha asumido la Administración nacional y a la que pertenece Recalde, las quejas por la imposibilidad política de aplicar un plan de retiros voluntarios. El personal no productivo le hizo perder en 2012 unos 46 millones de dólares, equivalentes a dos hospitales materno infantiles. El deficit del año pasado fue de 898 millones de dólares, algo menos de lo que se había proyectado en los últimos meses de 2012. Pero el problema económico de la compañía sigue siendo estructural.
Cuanto más vuela, más pierde, y se vuelve cada vez más difícil justificar el descalabro en el país interconectado que pretendía inicialmente el Gobierno. Según cifras presentadas por Jorge Pérez Tamayo, ex presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas y secretario de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte, el 70 por ciento de las pérdidas sobre ventas corresponde a las rutas a Europa, Oceanía, Miami y México: por cada dólar que entra, pierde 1,75. “Como necesitan flujo de caja, venden a cualquier precio y eso aumenta el deficit”, sostiene.
En el trayecto a Sidney, el subsidio que el Estado da a cada pasajero es de 1.585 dólares; a Madrid, Barcelona y Roma, 1.013; a Miami y México, 623; en los regionales, 286; y en los domésticos, 71. En realidad es el contribuyente el que, a través de sus impuestos, está subvencionando a 7 millones de pasajeros que vuelan anualmente por Aerolíneas y su hermana Austral. En una economía de mercado habría cerrado, pero en la Argentina de la presidente Cristina Fernández todo es diferente. Los inversores lo saben.