En un acto de responsabilidad, sindicatos de AENA desconvocaron la lamentable huelga que habían anunciado para oponerse a la privatización de Aeropuertos Españoles, gracias al compromiso de que no habrá despidos en los próximos años. Sin embargo, el perjuicio ya estaba hecho: España se había convertido, una vez más, en refugio para el codiciado turismo, debido a los problemas en el Norte de África. Pero este sector es muy sensible y huye inmediatamente de la conflictividad que pueda afectar a pacíficos viajeros que lo único que quieren es paz, tranquilidad, descanso, sol y poco más.
La presunción de que sus vacaciones se podrían ver alteradas gravemente por las reivindicaciones de un colectivo laboral en sus llegadas y salidas de España hizo que los “tour operadores” miraran a otros destinos y dieran un ultimátum al Gobierno para que clarificara sin dilaciones la situación, pero el daño ya se había producido.
Confiemos en que la noticia de la desconvocatoria se propagara con la suficiente contundencia para que el conato de huelga sea, en definitiva, lo menos nocivo posible. Si a la postre se iba a alcanzar un acuerdo, que parece bueno para todas las partes, ¿por qué no se firmó antes que se extendieran los nubarrones? En esta nación tienen que cambiar mucho las cosas.
Antes se dictó el arbitraje sobre las relaciones entre los controladores y AENA, de forma públicamente satisfactoria para ambas partes, aunque leyéndolo a nadie se le escapa que el gran beneficiado es Navegación Aérea, los operadores, los viajeros y el pueblo español, con una situación irreversible, nuevamente, que crea un marco muy aceptable y que confirma la contundencia con la Administración española ha actuado. El Estado de Alerta es ya historia y lo que ha ocurrido aquí recuerda más a la actuación del presidente Reagan en los Estados Unidos ante el conflicto que esa nación tuvo con sus propios controladores hace unos cuantos lustros.
Mientras tanto, avanza la privatización de algunas torres de control españolas y de los aeropuertos, tal como estaba previsto, pero ya con la sombra laboral despejada, lo cual era muy importante. Queda mucho camino por recorrer, pero la modernización de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea circula por una buena autopista y el futuro es halagüeño. Ojalá ocurriera así en todos los ámbitos de la Administración pública.
El presidente de AENA, Juan Lema Devesa, con la discreción, humildad y capacidad ejecutiva que le caracterizan, es el gran director de orquesta de esta magna operación y, sin duda, pasará a la historia como el mejor responsable de esta empresa, desde que la creó Manuel Abejón. Esto es así por el decidido y abrumador apoyo del ministro de Fomento, José Blanco, sin el cual los problemas, como muestra la historia, se hubieran trasladado más deteriorados aún al futuro. Ya no es así.