Alguien ha desatado, y nos imaginamos quien, una campaña de comunicación contra Ryanair sustentada en la presunta falta de seguridad en sus vuelos. No podemos presumir de que esta aerolínea nos caiga bien, pero por sus prácticas comerciales, de “marketing” y de ventas, que estamos convencidos que en bastantes casos están fuera de la norma y que incumple normativas españolas, al igual que repudiamos las ayudas que les otorgan determinados entes públicos nacionales, subvencionando ciertas líneas o camuflando el impago de cantidades. Por eso es censurable y punible.
Lo que no compartimos en absoluto son los ataques hacia prácticas que, según algunas voces anónimas vertidas a través de la prensa, van contra la seguridad. Pues no, señores, Ryanair está sometida a las autoridades aeronáuticas europeas a través de uno de los países, Irlanda, que, pese a sus problemas económicos y financieros, dista mucho de ser tercermundista. Y, por si eso fuera poco, las españolas tiene toda la capacidad de inspección en nuestros aeropuertos de sus aviones y tripulaciones a través de las llamadas SAFA (Safety Assessment of Foreign Aircraft), reguladas por EASA (European Aviation Safety Agency).
Ignoramos si por desconocimiento o intereses perversos la nefasta ministra de Fomento, Ana Pastor, anunció que iba a pedir a las autoridades europeas que España tenga capacidad de inspección sobre aeronaves que puedan incumplir normativas, cuando de hecho la tiene y mucha. ¿Es incompetente o a quién quiere engañar? A Ryanair y a su máximo responsable ejecutivo se le pueden achacar muchas cosas, pero dudamos que podamos criticarles por incumplir las reglas de seguridad con su inmensa flota de aviones recibidos directamente de fábrica, que ya quisieran muchas compañías aéreas.
Rechazamos que sea más insegura que otras españolas, como Privilege Style, con viejos aviones y un presidente que se permite enviar cartas abiertas a la opinión pública contra Michael O'Leary, que ha demostrado desde hace años que tiene muy claras las cosas y debe tener mucha razón, ya que es la aerolínea que mueve más pasajeros en los aeropuertos españoles. Muchos millones más que Álvarez. ¿No se decía que el cliente siempre tiene la razón?
Si tres aviones han aterrizado en Valencia, desviándose de Madrid/Barajas por una fuerte tormenta, lo han hecho dentro de las normas de seguridad y con las reservas de combustible que se les exige. Y, de hecho, llegaron a un lejano alternativo sin problemas. Si esto le ha costado más o menos a la compañía, es un problema de su política de combustible y su repercusión en la cuenta de resultados, ya que demuestra que es la que puede ofrecer, con diferencia, casi siempre las tarifas más bajas, y logrando beneficios. Y una despresurización la tiene cualquiera. Para algunos parece que la política comercial consiste no en ofrecer las propias ventajas, sino decir que otros pueden matar a gente. Y se volverá contra ellos.