De 2022 a 2023, la concesionaria redujo un 23,64% la tasa de colisiones con animales en los primeros aeródromos que adquirió Aena en Brasil: Aracaju, en Sergipe; João Pessoa y Campina Grande, en Paraíba; Juazeiro do Norte, en Ceará; Maceió, en Alagoas; y Recife, en Pernambuco.
En los citados aeropuertos se registraron 19,44 colisiones por cada 10.000 movimientos el año pasado, mientras que en 2022 fueron 25,46. En números absolutos, se produjeron 277 colisiones en 2023 frente a las 344 de 2022. Desde que comenzaron los trabajos de Aena hasta el final del año pasado, se registraron 1.105 colisiones en los seis aeropuertos nordestinos.
La mayor reducción se observó en el aeródromo de Aracaju (Sergipe), donde la cifra pasó de 44,65 por cada 10 mil movimientos, en 2022, a 25,09, en 2023.
En Brasil, se notificaron 26.500 casos entre 2011 y 2022, según el Anuario de Riesgo de Fauna 2022, del Centro de Investigación y Prevención de Accidentes Aeronáuticos (Cenipa), organismo del Comando Aeronáutico.
Sólo en 2022 se produjeron 3.484 colisiones, de las cuales el 93,65% fueron de aves. La mayoría de las colisiones ocurren durante el día, cuando hay más vuelos, y especialmente durante las fases de rodaje y aterrizaje.
El trabajo de los biólogos de Aena implica una serie de actividades rutinarias. Entre ellas, inspecciones diarias del área operativa para identificar signos de presencia de animales en los alrededores.
Para tratar con las aves, que representan casi todos los fenómenos, los biólogos utilizan diferentes técnicas para ahuyentar, como fuegos artificiales, sirenas, bocinas y megáfonos. Otras técnicas incluyen el uso de un cañón de gas, que genera un sonido de explosión de alta intensidad, y la instalación de efigies en puntos estratégicos, maquetas que reproducen la silueta de un ave depredadora.
También es habitual que en la zona del recinto del aeropuerto se inserten aves rapaces adiestradas para ahuyentar o capturar otras especies, técnica denominada cetrería. Uno de los aeropuertos de Aena que utiliza mucho este sistema es Recife.
Además de las inspecciones en la zona operativa, los biólogos también supervisan la zona de seguridad del aeropuerto, que abarca un radio de 20 km desde el aeródromo. Es en esta zona donde identifican situaciones atractivas para la fauna, que pueden ser naturales o fruto de la intervención humana, como los vertederos, por ejemplo. A partir de este mapeo, el aeropuerto alerta a las Autoridades Públicas para eliminar situaciones inadecuadas persistentes.