La gestión económica de los aeropuertos, una cuestión en el centro del debate
Los aeropuertos europeos son como son; es decir, tienen todo tipo de demandas, todo tipo de ofertas, y todo tipo de resultados, igual que los aeropuertos españoles. Probablemente los gestores aeroportuarios hayan tenido ocasión de contrastar sus diferencias en la reciente Asamblea General de la A.C.I., Airports Council Internacional, celebrada en Madrid, donde el Presidente de Aena ha tenido ocasión de plantear una serie de comparaciones para justificar los incrementos de las Tasas.
En nuestra opinión, pretender establecer relaciones de precios con otros aeropuertos, sin tener en cuenta la capacidad adquisitiva de sus respectivos países, los segmentos de mercado y los flujos de tráfico a los que atienden, los ingresos que pueden generar, la funcionalidad de sus infraestructuras, los criterios de amortización, etc. suele convertirse en un discurso corto, que se deja en el tintero una parte sustantiva de la realidad. Comprendemos que el Ministro de Industria o el Presidente de Aena, tengan un objetivo que cumplir; el objetivo para el que han venido. Y es probable que para ellos no sea relevante identificar cómo se ha llegado a la situación que ahora deben resolver a golpe de Tasas y de Calendario.
El discurso largo es que desde 2010 a 2013 las Tasas Aeroportuarias se habrán incrementado en proporciones que nada tienen que ver con los IPC´s acumulados durante ese periodo, ni con la evolución económica de la actividad tanto en pasajeros como en operaciones de vuelo, lo que no se compadece con la afirmación del Gestor aeroportuario de que es necesario adaptarse a la demanda real en cada momento; una adaptación que, por lo que parece, se resume en ajustar los servicios e incrementar el coste de los mismos, con un resultado que deja en evidencia infraestructuras des-localizadas y vacías, a veces por errores en la estrategia, a veces por una visión lejana al objetivo funcional, y a menudo por la desaparición de compañías aéreas o por la reducción de sus actividades.
Que no hay aeropuertos sin Compañías Aéreas, es tanto más cierto como que no hay Compañías sin Clientes, por lo que mejor sería no entrar en las justificaciones, e ir directamente a las actuaciones equilibradas que permitan la coexistencia entre los Aeropuertos y las Compañías Aéreas, como la mejor manera de llegar a los Clientes, los únicos que pueden justificar nuestra actividad con su Demanda. En la coyuntura económica actual apenas quedan resquicios como no sean los que se refieren a la mejora de los procesos productivos que permitan alcanzar cotas de eficacia y de economía.
Nos parece muy bien que el Gestor Aeroportuario quiera poner en valor sus activos y que lo haga tanto para las actividades industriales como para las comerciales. Las Industriales mediante su rentabilidad, en un proceso que no puede excluir la Transparencia, la Equivalencia, la Negociación y el Arbitraje, de acuerdo con las
Directivas Comunitarias. Las Comerciales mediante una política de Mercado que, sin embargo, no debe permitirle la licencia de apoyarse en las Compañías Aéreas para desarrollarla. Instar, por ejemplo, a los pasajeros a que compren en las tiendas de los aeropuertos, y a las compañías aéreas a que asuman los bultos y los excesos de peso resultante de esas compras, es no tener en cuenta el factor crítico del peso en el transporte aéreo, ni el factor crítico del tiempo en las operaciones de embarque de los aviones; ni siquiera las normativas existentes en la actualidad sobre las restricciones a este tipo de equipaje, porque no es igual un bulto de 10 kilos , que diez bultos de un kilo, por mucho que el peso sea el mismo.
Es posible que las urgencias de todo tipo nos presionen a todos, pero no queda otro camino que la coherencia y la consistencia de los discursos y de los hechos. Queda mucho trabajo por hacer y ya hay muchos foros públicos y privados que lo están haciendo, por eso pueden sorprender algunas declaraciones que no aclaran el camino; es más, que lo perturban. Ayudar al Transporte Aéreo y con ello al Turismo, es una cuestión de empatía y de compromiso, teniendo en cuenta los puntos de la partida y de la meta.